El impopular presidente Iglesias implantó como medida de
gobierno recaudar fondos en provincias para así combatir a los Caceristas, ello
obligaba a la población campesina a realizar trabajos obligatorios. Esto
agravió aún más la crisis social que pasaba el país después de la crisis
económica y la Guerra con Chile.
Pedro Pablo Atusparia, alcalde de Marián, pueblo cercano a
Huaraz, promovió un memorial en contra de tales medidas.
En marzo de 1895, los sublevados tomaron Huaraz y atacaron
la guarnición policial. Este movimiento pudo ser controlado recién en mayo tras
la llegada de fuerzas del gobierno al callejón de Huaylas. Atusparia fue
enviado a Lima y recibido por el presidente Cáceres, quien le prometió atender
a los reclamos de los indígenas. Finalmente Atusparia fue envenenado en una
cena ofrecida por las autoridades locales.
Creo yo que esta rebelión fue de menor trascendencia, pero
reflejó la importancia que le daban los gobernantes y la aristocracia limeña a
provincias. Esta rebelión tuvo una buena causa pero creo que las medidas
tomadas no fueron las adecuadas.
En ese momento se tenía que tomar medidas inteligentes para
sacar de la crisis social al país y seguir adelante con el proceso de
reconstrucción nacional. En cambio, las medidas tomadas fueron injustas y
abusivas, en especial para el sector campesino.
El gobierno peruano, del impopular (y con razón) Iglesias,
no le tomó mayor atención a la revolución y a sus pedidos desde un principio,
al igual que la clase oligárquica peruana, que calificó de radical este
levantamiento y le restó importancia. Así, se puede apreciar el porqué de la
impopularidad de Iglesias, en especial en provincias, y la poca influencia y
liderazgo de la clase dominante peruana en todo el país, ya que prácticamente
Lima era para ellos todo el Perú, y al final provincias y menos los indígenas,
obreros y campesinos eran de gran importancia a pesar de las injustas reformas
que perjudicaban a esta clase trabajadora.
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